jueves, 25 de junio de 2009

XIBI-XIBI, RIO DE LAS LAVANDERAS


Néstor Groppa


Nació en inmenso pedestal de piedra
y en la severa intimidad del viento
un ciego andar que recorrió la tierra.
Era una edad sonora entre dos cielos:
-sed del astro, playa de los sueños-
y el más allá del mar, el muy profundo
milenio de encerrada primavera.
Rio del aire y geología juntos
por el curso invisible de la estrella,
bajo el estar de solas armonías
y en un lejano instante de la tierra.
Y fue un largo instante de esta vida,
cuando el mundo se extingue y el sereno
funda otro de ocultas maravillas,
que esperanzada carga su regreso
luego de haber soleado por el rio
la infinita jornada de su obrero.
Yo la mire pensándose el destino,
y tal vez cuando el agua la alcanzara
se sintiera un poco luz, y algo rio;
una hebra de las aguas desgajadas
que arrastran el poniente de los siglos
con su fino color de madrugada.
Porque eres más que amparo del antiguo
perdurar milagroso de estos hombres
en el ronque de historia que han nacido,
al rio yo lo exalto con tu nombre,
mujer de pueblo lavando en el tiempo,
en el vivo pasar de sus adioses.
Y es el caudal sonoro de ese eterno
descender de la cumbre a las estrellas,
quien se lleva otro amor en su silencio
hacia un lejano instante de la tierra.

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